martes, 17 de septiembre de 2013

Un Niño Universitario

En un pequeño pueblo de Puno vivía Dieguito, un niño muy amoroso con sus padres, buen estudiante en el colegio y con muchas ganas de ser un gran profesional y así servir a su país. Un día su padre lo descubrió resolviendo operaciones de matemáticas muy complejas, entre algebra, aritmética, y física tanto que no podía creer lo que veía sus ojos.

Ese día, el padre, con el corazón latiendo a mil por segundo, abrazó a Dieguito y le pidió que le contara como aprendió todo lo que hacía, el niño con su timidez y entre risas dijo que todo era fácil cuando terminaba de escuchar las clases de matemáticas que recibía en su colegio, que su profesor le ayudaba haciéndole practicar en clases, por eso Dieguito empezó a estudiar dos turnos: Mañana y tarde.
-“Cuando no hay profesores leo libros”- Dijo Dieguito muy contento a su padre.

Los meses pasaron y el niño fue mejorando sus técnicas en matemática, con la exigencia de su profesor Eduardo y el apoyo de sus padres. Cierto día se realizó un concurso internacional de matemática en Puno.

El concurso consistía en obtener el mayor puntaje para llevarse una medalla de oro y representar a su colegio a nivel nacional. Es así como Dieguito emocionado cogió lápiz, papel y borrador para desarrollar su examen con 50 operaciones de matemática. Pasó una hora y Dieguito tranquilamente resolvía uno a uno sus ejercicios.

Al terminar, Dieguito dijo –Creo que me equivoqué- mirando a su padre quien solo respondió: -¡Ten fe hijo, si te has preparado mucho para este examen todo te irá bien!
Las horas se hacían eternas para el jurado calificador porque eran más de 50 colegios del Perú que luchaban por la misma medalla y el reconocimiento.
-¡Ya es hora Dieguito!- dijo el profesor Eduardo para recibir la noticia del concurso. Y el ganador es…

En esta ocasión, Dieguito solo obtuvo la medalla de bronce, pero prometió seguir esforzándose para alcanzar sus sueños. Su profesor al escuchar el entusiasmo del niño, lo motivó a realizar un viaje hacia la ciudad de Lima, para postular a la mejor universidad decana de América “San Marcos”.
-Las inscripciones serán en Septiembre, aun queda cuatro meses para seguir practicando- dijo El profesor al niño. – ¿Se animan?- Volvió a preguntar a los padres de Dieguito.

La primavera llegó y con ella, la esperanza de alcanzar los sueños. Dieguito una vez más cogió su lápiz negro 2B, borrador, DNI y carné de postulante. Con la bendición de su madre y la compañía de su padre hasta la puerta de la universidad San Marcos, se despide por unas tres horas para iniciar su examen de postulación.

Al ingresar al salón de clases, ver a más de 40 jóvenes, algunos vomitando, y otros mordiendo el borrador del lápiz, impresionó mucho a Dieguito que con tanta seguridad desarrolló su examen detenidamente y sin nerviosismo. Entre M y N, Dieguito recordaba las fórmulas de geometría que le enseño su profesor mientras estudiaba en Puno.

Cuando estaba a punto de entregar su examen recordó que le faltaba desarrollar las preguntas de psicología y de historia, entonces apresurado leyó dos veces cada pregunta, marcó las respuestas y se retiró. Pasaron tres horas y todo había terminado.

Al atardecer, su profesor fue el primero en dar la noticia: “El estudiante puneño Diego Romaní, de 12 años, logró ingresar a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos al conseguir 913.4250 puntos en el examen de admisión”, exclamó emocionado el profesor y continuó – ¡Superando a más de cuatro mil postulantes!, ¡Felicidades Dieguito lo haz logrado!

Dieguito con muchas lágrimas en el rostro abrazó a sus padres y una sonrisa de agradecimiento a su profesor dijo: ¡Seré el mejor de mi clase!         


Por: Jackeline Aguilar Rojas

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