miércoles, 9 de octubre de 2013

INDELEBLE

Tenía 9 años cuando falleció mi padre, vi a mi madre llorar desconsoladamente por primera vez, pero en mi inocencia creí que algún día volvería a verlo, abrazarlo y decirle cuanto lo amo y así pasaron dos meses.

Mi madre aún con la tristeza en sus ojos notó que yo andaba muy mal en el colegio, no prestaba atención a las clases y las matemáticas se complicaron más y más en mi mundo.

En el colegio, las clases se hacían muy pesadas, mi profesor era muy amable conmigo, me ayudaba con las matemáticas, pero cuando había prácticas todo parecía borrarse de mi mente. Me recordaba que si no le ponía más empeño desaprobaría el curso y sé que si mi papa estuviera vivo, eso le enojaría mucho.

Me enteré que mi profesor había conversado con mi mamá y al llegar a casa la vi preocupada, recuerdo muy bien sus palabras, mi mamá tenía deudas en el banco, deudas en el colegio, el dinero para la comida se acababa y entonces me dijo que necesitaba conseguir un trabajo. Entendí que tenía que poner todo de mi parte para que mi mamá se sienta orgullosa de mí.

Todos los viernes llevaba clases particulares de matemáticas, era el mismo profesor que me enseñaba en el colegio, supe que todo era solo para ayudarme por eso no cobraría nada y a las cinco de la tarde yo tendría que ir a casa de la señora Carmelita -amiga de mi mamá- hasta que mi mamá regrese del trabajo.

Ese mismo día mi profesor se hizo muy amigo de mi, me hacía muchas preguntas y sentí a mi papá de regreso, él me abrazaba, jugaba y a veces hasta me contaba muchos cuentos. Parece que no le gustaba vivir solito porque siempre me hablaba de una mujer a la que el amaba tanto.

Cierto día sentí que me dolía la espalda, estaba por horas sentada haciendo una práctica, y el profesor al darse cuenta, se acercó, me cogió de la nuca y metió sus manos heladas debajo de mi blusa, el dijo que me haría unos masajes para seguir con el estudio. Me sentí muy rara, Nunca antes me había tocado la espalda unas manos que no fueran las de mi mamá cuando me bañaba o cuando me vestía para ir al colegio.

Justo después me llevó a un cuarto, me asusté, solo quería irme, pero neciamente me jaloneó, me arrastró, me cargó, me aventó en una cama y vi como se desabrochaba su pantalón, le dije que no se acercara a mí -en ese momento solo quería estar con mi mamá- me escondí debajo de la cama, grité, pero era más fuerte que yo, no sabía cómo escapar, grite muchas veces, le mordí el brazo, me abofeteó, cogió la correa y sentí como la hebilla del cinturón marcaba mis extremidades. Ya no tenía fuerza, para defenderme, me levantó la falda. Y sucedió, mi profesor me había hecho daño. Lloré y atemorizada, esperé hasta que la señora Carmelita me recogiera, siempre llegaba minutos antes de las cinco pero esta vez se había demorado, y creo que ese hombre malo lo sabía.

Cuando llegué a mi casa, mi mamá me sirvió la cena, me abrazó y yo tuve que fingir, hubiera sido mejor que le cuente lo que el profesor me había hecho, pero ella estaba muy cansada y en silencio fui a mi cuarto.

Me saqué la blusa que llevaba el olor del perfume del profesor, desabroché mi falda y mis zapatos, solo quería bañarme borrar las manos viejas y ásperas que tocaron todo mi cuerpo, si alguien me preguntan cuál fue el día más triste de mi vida, yo diría: El día que mi papá fue asesinado, porque desde ese día vi a mi mamá con tantas preocupaciones, porque desde ese día comencé a fallar en el colegio al punto de llegar a casa de mi profesor.

Por varios meses tuve que soportar su olor, sus ojos que me miraba fijamente, y los besos mojados en mi pecho y muchas cosas más que recordarlo solo provoca maldecir el día en que pisé la casa de ese animal. Pero tenía que llegar el día que mi mamá se enteraría de todo, no me importo que dirían mis amistades de esto, solo quería que ese hombre este muerto o refundido en la cárcel. Junto a mi mamá fui a denunciarlo, pero era muy tarde, la policía no logro encontrarlo y ahora era un prófugo.

Al pasar tres años, una noticia logró que mi vida cambiara por completo, mi mundo se oscureció, las ganas de matar se incrementaron, el deseo de morir era intenso, recuperar a mi padre es lo que más quería, yo no merecía esa vida. Ese hombre fue amigo de mi padre cuando eran jóvenes y vivió enamorado de mi madre, al enterase que ella se había casado con su amigo, prometió buscarlo y vengarse.

Entonces entendí todo, enfermo de rencor y venganza abuso de mí y destruyó la felicidad de mi familia. Aquel hombre era la sombra que siempre nos rondaba y aunque parezca mentira seguirá siéndolo por muchos años, aun estando en prisión.

Valeria es mi nombre y mi historia es tinta indeleble por más que lo desee nunca podré borrar las asquerosas caricias de ese hombre que se decía ser mi profesor y amigo de mi padre.





Escrito por: Jackeline Aguilar 

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